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[OPINIÓN] ¿CUÁNDO SERÁ EL DÍA?

Y continúan los signos de los tiempos. Terremotos, tsunamis, incendios, inundaciones, xenofobia. Los instrumentos suenan y se juntan para invitarnos a danzar, sin embargo, nos reunimos para oír la música, charlar, comentar, somos más amables unos con otros sin mediar condición social, económica, ideológica, generacional y con mayor razón con una “bota” a la mesa, siguiendo el desarrollo de un partido para pasar el susto: pero finalmente “no danzamos al son de la orquesta”. Luego de unos días o un mes, retornamos a las diferencias como subconscientes –casi sin darnos cuenta-, y así todo vuelve a la normalidad…; parece que no temblará de nuevo ¿y si temblara? (pensamos, no lo expresamos en voz alta. Ya no será más fuerte de lo que ha ocurrido). Entonces planifiquemos, tiremos línea para seguir la misma senda de la competencia con el vecino, no puede ser que gane más que nosotros, y no se olviden que debemos continuar con los mismos socios: nadie se acordó de los contertulios de la “bota de vino” de la noche de hace dos meses ¡Ah! Y hablaré con los jefes para aumentar mi sueldo, subo de rango, me vuelvo a vestir a la moda, la marca que me dará fama, superaré a todos, “viviré a concho, compadre” porque después de esta vida no hay otra. Oye, amigo ¿y qué será de la anciana que vive sola allá en el cerro? ¿Y el compadre enfermo que hacía lindos muebles? No sé, yo al menos escuché que vieron a la señora consultando al doctor y el viejito de los muebles tiene su terruño y está en el ocaso de su existencia; deben tener quien los cuide. ¡¡Está temblando!! ¡¡Vecina, arranque vecinita!! Y usted que sabe rezar ruegue por mí. ¡¡Tsunami, dicen en la radio!! Dios mío, perdóname, ayúdanos, es mi familia. Ahora SÍ creo. ¿Quién podría detener a esta indómita naturaleza? Sólo Tú mi Creador, desde hoy quiero ser mejor, y pensar que estuve a punto de comprar linterna, velas, juntar agua. Había prometido no descalificar a mis vecinos ¡¡Ayyy!! Ya no creeré más en esos caballeros de no sé cuál país vecino, que hace tiempo pronostican un cataclismo en mayo, diciembre o el próximo fin de semana, como a las 6 de la tarde. Me gustaría estar cerca de los amigos del partido de fútbol, de la “bota” y la orquesta que tocaba tan bonito, para bailar, danzar como dicen que debiera ser. Nunca es tarde para reivindicarnos. Ojalá que no se me pase el tiempo por tanta dilación. Si me sigo diluyendo o interpretando erróneamente a “los mayas” –que han sido muy sabios- y creyendo en adivinos no lograré aquello, aquello que aún tiene su tiempo. Nada contra quienes cultivan sus condiciones de clarividencia: pero mi opción es otra. Ahora sólo estaré atento a los signos de los tiempos, y no miraré bajo el hombro a nadie más.
                                                                                                                   
                                                                                                       Profesor A. Darío Andrade González