El reinante “Terminal de Buses Rurales e Interprovinciales de Curepto”, está ubicado en la calle Camilo Henríquez, en el mismo espacio que constituye actualmente el estacionamiento del Gimnasio Municipal.
Este “establecimiento” público no cuenta, como es indiscutible, con ningún tipo de comodidad ni amparo para los usuarios de la locomoción colectiva, así como tampoco para los empresarios del transporte; su infraestructura la compone un paradero de buses, un baño público mixto y tres quioscos de expendio de alimentos envasados.
Si no fuera por la señal ética que anuncia su existencia, nadie se atrevería a decir siquiera, que dicho lugar constituye un terminal de buses, ya que, como se observa en la fotografía, no cuenta con la infraestructura mínima, básica y elemental requerida para estos establecimientos, esto es, no existen andenes numerados, asientos suficientes, oficinas de custodia y venta de pasajes, iluminación propia y cierros que delimiten el lugar, cierros que además sirven tanto de protección a los pasajeros, como asimismo, a las máquinas de los transportistas.
Hasta nos atreveríamos a decir que este “terminal” es inconstitucional, tanto su funcionamiento, como su ubicación, ya que no cuenta con las medidas primordiales de salubridad y protección para las personas, consecuentemente con ello, cualquiera podría intentar favorablemente, hacer uso del recurso de protección, que consagra nuestra Constitución Política de la República, para terminar con este abuso.
Todo este artículo sería un arrebato sin sentido si este lugar solo fuera transitorio, pero si alguna vez se concibió como un lugar temporal para parquear los buses y minibuses, el tiempo destruye dicha posibilidad, ya que tiene más de cuatro años en funcionamiento.
Lo relatado, lamentablemente, no es una exageración, y puede ser advertida fácilmente por cualquier usuario del transporte público, cuando en la hora punta, se juntan cinco o seis máquinas -en un lugar que a lo mucho pueden ubicarse tres- las cuales rechinando con sus bocinas, intentan unas, dejar pasajeros y otras, ubicarse en algún metro disponible incluso sobre la acera y/o el prado para cumplir con el ordenamiento municipal y evitarse multas y más malos ratos.
Lo relatado constituye una verdadera burla para el cureptano, y pone en peligro las aspiraciones de convertirnos en una ciudad turística.
La respuesta a estos relatos siempre es la misma “no hay recursos disponibles para ello”, bueno entonces -y como una critica constructiva, no es tal, si no provee posibles soluciones al problema- si no hay recursos públicos, puede llamarse a los privados a participar: podría perfectamente convocarse a una licitación pública para la construcción y posterior administración de un verdadero terminal de Buses Rurales e Interprovinciales digno de una ciudad como la nuestra.
Esperamos que se ponga fin pronto a este atropello, instalando un auténtico terminal, con andenes, asientos y baños dignos de lo que somos, SERES HUMANOS. Por favor terminemos con la aparente pobreza de espíritu que nos rodea.
Cristian Ortiz Gonzalez
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